martes, 4 de diciembre de 2007

LAS PLANTAS MEDICINALES EN ASTURIAS

Introducción

El mercado de plantas medicinales, y otros productos asimilados, a través de farmacias, alcanzó en el año 2005 la cifra de casi 40,6 millones de unidades y cerca de 240 millones de euros en precio de venta al público, según datos publicados en el Libro Blanco de la Fundación Salud y Naturaleza. El crecimiento de este mercado es pequeño y se sitúa en torno al 3%, pero, como ocurre con tantos otros productos, el abastecimiento depende casi al 100% de plantas recogidas y procesadas fuera de la región.

El Libro Blanco (de la Fundación Salud y Naturaleza) apunta dos conclusiones importantes. La primera, que sobre los herbolarios, centros de formación y de terapias naturales, pesa en estos momentos en nuestro país la losa de una falta de regulación básica, que produce indefensión, al mismo tiempo que frena su evolución y genera constantes incertidumbres. La segunda conclusión es que los consumidores españoles valoran cada vez más los productos y los servicios que ofrecen estos profesionales y establecimientos, cuya demanda crece de forma continua en España, aunque sin alcanzar todavía los crecimientos que encontramos en países avanzados de nuestro entorno en la Unión Europea. Las regiones con mayor demanda de nuestro país son Canarias, Asturias y Cataluña.

En nuestro país la comercialización de plantas medicinales se lleva a cabo en torno al 50-60 por ciento en régimen de venta libre. El mercado minorista se encuentra sobre los 360 millones de euros, con un crecimiento contenido, entre el 2 y el 5 por ciento anual, entre otras causas por esa falta de regulación. En cuanto a implantación territorial, son unos 4.600 establecimientos minoristas -teniendo en cuenta, no obstante, que estos datos son volátiles y no hay perfecta coincidencia entre distintas fuentes-, con una distribución territorial dispar que se relaciona con su tradición en la utilización de la medicina natural.

Las plantas medicinales y aromáticas ocupan en España una superficie de cultivo ecológico, dependiendo del año, entre 5.800 y 11.000 hectáreas, aunque los productores y comercializadores se enfrentan a otro problema, como es el de que a pesar de que buena parte del cultivo es ecológico, la venta del producto con la etiqueta correspondiente sólo se aplica en España a productos alimenticios.
En cuanto al comercio exterior de plantas medicinales, produce una balanza de pagos deficitaria en torno a los 17,5 millones de euros. No existe tampoco en España una distribución mayorista organizada y que cubra todo el territorio.



Potencial de crecimiento

El mencionado Libro Blanco pone de manifiesto que hay un importante potencial de crecimiento para los herbolarios y la Medicina Natural en España, cuya consolidación dependerá tanto de factores internos, como externos al sector. Entre los internos, apuntamos algunos: la capacidad de los establecimientos de ofrecer un valor añadido, aparte de la venta de productos o la oferta de servicios de su especialidad, como pueda ser la colaboración con otros profesionales en la prevención de ciertas enfermedades. El éxito está vinculado hoy a una educación cada vez mejor de los consumidores, que demandan información sobre los productos que se llevan a casa, dietas sanas, prácticas y filosofías que garanticen una mejor salud y calidad de vida.

En el mismo sentido, el futuro de los herbolarios y de algunas especialidades de la medicina no convencional está también ligado a su iniciativa de modernización, incluso de renovación en su imagen, ya que se trata de productos y servicios con una base tradicional, que otros sectores en competencia suelen presentar como antiguos o sin apoyo científico. La realidad, sin embargo, es otra. Los profesionales del sector en España están, en su mayoría, bien formados, aunque encuentran dificultades por falta de titulaciones oficiales, teniendo que recurrir a una formación multidisciplinar o titulaciones de reconocimiento exterior. Sólo entre los herbolarios, más de la mitad están regentados por personal con una titulación universitaria o profesional, siendo las más comunes farmacia, dietética y nutrición, y medicina.

En cuanto a los productos y servicios, también son en su mayor parte controlados, con base experimental sólida y avalados por su condición tradicional, hasta tal punto de que los medicamentos que provienen de plantas medicinales encuentran reconocimiento específico en la legislación comunitaria, que establece procedimientos simplificados para su autorización por las autoridades sanitarias competentes y son, en muchos casos, calificados como medicamentos esenciales por la Organización Mundial de la Salud. Algunos estudios indican que más del 80% de los medicamentos clásicos –especialmente los que palian afecciones crónicas o leves- tienen alguna alternativa competente entre la farmacopea natural.

La OMS publicó en 2005 una serie de directrices y de igual forma reconoce la existencia de pruebas científicas que avalan los beneficios de la acupuntura, las terapias manuales y el uso de plantas medicinales en diversas afecciones crónicas o leves, recomendando a las Administraciones que incluyan en sus seguros públicos las terapias y productos no convencionales basados en pruebas sólidas.

Entre los aspectos externos al sector, además del riesgo que implica la falta de una regulación adecuada en sus distintas vertientes, desde el reconocimiento profesional de las terapias no convencionales a una normativa comercial todavía no adaptada a Europa (la Comisión Europea ha trasladado el 5 de abril de este año a España un dictamen motivado para que nuestro país elimine las trabas al comercio de suplementos dietéticos a base de ingredientes vegetales), uno de los aspectos más polémicos a los que hoy debe enfrentarse el sector es la competencia directa que supone la publicidad de productos alimenticios de uso general a los que se atribuyen propiedades sanitarias. Tampoco la reciente Ley de Garantías y Uso Racional de los Medicamentos y Productos Sanitarios ha supuesto ningún avance, pues ha dejado las cosas prácticamente como estaban en 1990; y las cosas no estaban bien.

Claves para el futuro

La primera clave está en el diálogo y la cooperación para conseguir una normativa en España acorde con la UE y las necesidades del sector. Esta regulación incluye reconocimiento de titulaciones, ordenación profesional, apoyo desde la Administración a los centros que están funcionando con todos los requerimientos necesarios, pero eliminando incertidumbres y, en definitiva, una normativa moderna que reconozca al sector y sus potenciales de crecimiento.

El perfil actual del herbolario en España es un establecimiento minorista con una antigüedad superior a 10 años y personal contratado inferior a cinco personas, en el que su propietario vive exclusivamente de esta actividad en un 65 por ciento de los casos, y que ofrece o tiene la intención de ofrecer un valor añadido a sus clientes además de la venta de sus productos. La mayor parte considera que la elección del establecimiento se basa en la atención que presta, incluso por encima de otras consideraciones como precios o cercanía.

El Libro Blanco recomienda también que se establezcan canales de colaboración entre medicina convencional y tradicional, para fomentar la reforma del sector de la salud. En una línea de acción similar, el Parlamento Europeo viene recomendando a los Estados miembros que se comprometan a un proceso de reconocimiento de las medicinas no convencionales y lleven a cabo estudios sobre el carácter complementario o alternativo de cada terapia.

La segunda clave es la modernización. El estudio de la Fundación Salud y Naturaleza concluye que el sistema de trabajo del herbolario -según algunos profesionales del propio sector- debe evolucionar para cubrir las nuevas demandas que la sociedad plantea. Y lo mismo en otros sectores de la Medicina Natural y las terapias no convencionales. Esta evolución debe basarse en la ampliación de los catálogos de productos -parafarmacia, alimentos ecológicos en todas sus presentaciones- y en servicios añadidos como consejo nutricional, lucha contra el tabaquismo y los desórdenes alimenticios.

También requieren una modernización las instalaciones y los sistemas de gestión, así como las técnicas y los medios de promoción, de modo que los herbolarios se conviertan en modernos puntos de difusión de la Medicina Natural, en el sentido más amplio, de referencia y consulta en cuestiones de salud, ampliando la valoración que tiene el gran público sobre su labor, que en general es positiva.


Líneas desarrolladas por el FAR

Nuestro trabajo actualmente trata de:

1. Estudiar las especies con mayor potencial, tanto por su adaptación al clima asturiano como por su salida comercial.

2. Contactar con líneas de mercado, especialmente las tradicionales y las cooperativas minoristas de consumo, pero también mayoristas, para asegurar la salida comercial de los productos que se promuevan.

3. Establecer contactos con plantas de procesamiento de plantas medicinales en otras Comunidades Autónomas.

4. Incentivar iniciativas empresariales para implantar en Asturias infraestructuras para el tratamiento básico de las plantas.

5. Contribuir a la demanda pública de medidas que amparen a estos productos, con un gran potencial.

6. Potenciar entre los potenciales productores la asunción del interés en este tipo de cultivo.

Cualquier persona que pueda aportar algo al respecto, por favor, comuníquelo al FAR.


El Mazucu, valle de Caldueñu (Llanes). Paisaje Protegido del Cuera. Foto: Oscar Prada

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