martes, 4 de diciembre de 2007

Promotor: Ayuntamiento de Peñamellera Baja



CONCEJO DE PEÑAMELLERA BAJA:

GESTIÓN INTEGRAL DE UN TERRITORIO RURAL



La modernización del campo no tiene que consistir necesariamente en una aproximación a los tipos de agricultura extensiva más mecanizada, a los establos informatizados, etc., siguiendo la inercia de los modelos postindustriales clásicos. En áreas como Asturias, la orografía y las características poblacionales impelen a forzar un poco más la imaginación, para hacer viables unas explotaciones cuyas características no pueden -ni deben- seguir esa línea.

Modernizar el campo es conseguir una actividad agropecuaria productiva que pueda aportar a los habitantes del área una forma de vida estable y digna. Modernizar profundamente el campo es conseguir que éste funcione impreso con los valores más relevantes y desarrollados de la época, esto es: explotarlo de forma sostenible, respetando el medio ambiente y los valores de la cultura tradicional local. Modernizar el campo es que los productos que genere sean variados, y posean unas características organolépticas saludables.


Principios básicos

Productividad

El único sector clave en un medio rural que no se limite a ser un museo es el sector primario. La producción es la única forma de hacer lógico el medio rural. Los cultivos y otras actividades agropecuarias tradicionales, que se han practicado secularmente en un área determinada, son una base indispensable sobre la cual elaborar un estudio de gestión de un territorio desde este punto de vista. Además de haber demostrado su aptitud a lo largo del tiempo, su sostén asegura cumplir con numerosos principios ineludibles: amparan una saludable biodiversidad, protegen actividades tradicionales derivadas y son modelos de sostenibilidad. Únicamente hay que procurar su buena implantación en el mercado, algo posible, pero que no se ha conseguido aún en muchos territorios. Y no se ha conseguido básicamente por dos motivos: porque los mayores intereses de quienes marcan las reglas no lo han necesitado hasta ahora y por una falta de sensibilidad social hacia los problemas del mundo rural.


Tradición y novedad

Además del sostenimiento y potenciación de los productos locales, se pueden incluir otros foráneos, probados o experimentales, que a priori cumplan con los necesarios preceptos de sostenibilidad y buena acogida por parte de la población local. Este sería el caso de las plantaciones de kiwis, por ejemplo, especie introducida con notable éxito en algunos parajes cantábricos.

Industria y comercialización

Si bien la obtención de productos es la clave para organizar adecuadamente el medio rural, hay que dar un paso más en la gestión de los recursos generados. Con demasiada frecuencia encontramos situaciones en las que un intermediario obtiene más beneficios sobre un producto en un solo día, participando puntualmente en una transacción, que su productor en un año. Eso se debe únicamente a la falta de una estructura social interna que organice la comercialización, toda vez que la actividad de los mercados tradicionales no puede asumir ya ese papel.

El primer punto importante para revertir esta situación es la transformación inicial de los productos alimentarios. Si se fabrican embutidos con, al menos, una parte de la carne producida en un área -la capacidad de consumir cada producto en un entorno determinado indica qué parte-, el medio rural se beneficia más con la plusvalía del producto. No es razonable que determinados artículos que son excedentarios en un área, o que potencialmente lo serían, se traigan de otras comunidades autónomas, o incluso de otros países, sin que ello aporte ninguna ventaja en cuanto a la calidad del producto, etc. Encontrar en un supermercado carne procedente de Cataluña, por ejemplo, es un síntoma de una mala organización local; máxime si se tiene en cuenta que, con frecuencia, ese xatu importado había nacido y se había criado en Asturias. Encontrar en las tiendas más nueces procedentes de California que propias, en un medio en donde los nogales medran asilvestrados por cualquier rincón, raya el absurdo.

Una cooperativa que integre producciones complementarias -forraje/ganado, estiércol/humus, alimentos/elementos para su transformación- con distribución y comercialización de productos locales es vital para el desarrollo de un proyecto de gestión global de estas características. Rompiendo las actuales reticencias de la población a organizarse en cooperativas, hay que apelar a la organización social tradicional del medio rural asturiano, uno de cuyos pilares fue siempre el colectivismo: en las erías, en las llosas o morteras, en las derrotas, en las veceras ...

Los montes comunales

Otro punto de importancia singular corresponde al uso de los comunales. Desde que el monte no se habita con profusión durante el verano, y la propiedad de éstos se ha ido derramando, la mayor parte de Asturias ha sufrido un deterioro productivo importante. Por otro lado, la mengua de productividad pecuaria no ha traído ningún beneficio ecológico alternativo. Esto se debe a que el semiabandono del monte hace que éste se pueble de matorral y, antes de que el bosque natural se extienda en el área, un incendio termina con el proceso. Un porcentaje excesivo de la superficie del monte se encuentra cubierto por tojos, brezos, etc., algo que no beneficia al ganado ni a la vegetación climática forestal. Con frecuencia, las reforestaciones se han realizado con plantas exóticas que degradan el suelo, como los eucaliptos. Una mejor gestión de los comunales pasa por racionalizar espacios de pastizales y por repoblar las otras áreas con las especies adecuadas. Para evitar la gran mayoría de los incendios, basta con consensuar con los habitantes de las parroquias el uso de sus comunales, y que ellos reciban los beneficios oportunos en esa nueva gestión. Las cesiones y contratos en cuanto al manejo de la caza deberían revisarse cuando lleguen a término, de manera que los vecinos resulten beneficiados también con el hecho de disponer en sus montes de fauna salvaje. Además del derecho natural a ello, los vecinos son quienes sufren algunos perjuicios derivados de la presencia de dicha fauna, por lo que deben ser compensados.


Trabajos preliminares

  1. Delimitar el territorio siguiendo principios ecológicos y administrativos.

  2. Estudio del estado y del comportamiento del ecosistema. Zonificación:

    1. Áreas de protección.

    2. Áreas aptas para usos blandos y limitados, especificando dichos usos -forestal, caza y pesca, recolección, pastoreo, rutas turísticas-.

    3. Áreas de uso intensivo.

    4. Áreas sujetas a un uso urbanístico. Abogar por que la capacidad de carga del ecosistema no sea superada*. La distribución de las viviendas debe minimizar el impacto –ecológico, visual, etc.-, conservando el patrimonio de valor etnográfico e histórico.

    5. Áreas de uso industrial.

  3. Estudio y puesta en marcha de medidas correctoras para el acondicionamiento de las distintas áreas definidas:

    1. Protectoras y restauradoras de las áreas a proteger.

    2. Idem de áreas de usos blandos.

    3. Idem de áreas de uso intensivo.

    4. Idem para áreas urbanas.

  4. Trabajo sociológico:

    1. Análisis del estado de distintas actividades tradicionales -productivas, artesanales, trasformadoras, etc.-

    2. Inventariar los problemas de la población rural respecto a su actividad, intentando elaborar medidas correctoras.

    3. Consensuar a través de conceyos locales la participación de la población local en los proyectos.

  5. Elección, adecuación y desarrollo de los productos a promover:

    1. Productos bien implantados -carne de vacuno, leche, etc.-

    2. Productos locales infradesarrollados -nueces, castañas, cítricos, productos de horticultura-.

    3. Productos foráneos.

  6. Desarrollo de planes para la transformación local de productos:

    1. Cárnicos

    2. Lácteos

    3. Vegetales

  7. Desarrollo de una red de distribución y venta de los productos del área


Estrategias de implantación

La complejidad y globalidad del proyecto obliga a organizar su implantación en distintas fases. Si bien los primeros resultados parciales pueden ser casi inmediatos -por ejemplo, la creación de una planta de tratamiento de residuos orgánicos locales, la promoción de determinados cultivos, etc.-, otros se desarrollarán en un periodo de tiempo medio o largo. En ocasiones, el implante definitivo de un proyecto concreto depende de una renegociación, o del fin, de distintos contratos establecidos con la Administración o con particulares -como pueden ser la gestión de los comunales y la caza-.

Los resultados de las diferentes líneas del trabajo indicarán, en cada caso, los plazos recomendados a seguir.



*El desequilibrio en un territorio comienza cuando se rompe la capacidad de carga y de producción de un territorio. Esto puede deberse a distintos motivos:

1-Que el motor de las actividades sea estrictamente económico –buscando actividades de máximo rendimiento mercantil inmediato-. Esta perspectiva suele pasar por alto el principio de sostenibilidad basado en criterios productivos ecológicos.

2-Que la producción extraiga más energía que la que entra en el sistema –sobreexplotación-, ya sea por una excesiva demanda del mercado exterior –especulación- o por una población desmesurada –superpoblación-.

3-Por un deterioro en los sistemas de fijación de energía, de los cuales depende toda la cadena de producción posterior. Por ejemplo, un pastizal tomado por determinado tipo de matorrales pierde productividad en términos de carga ganadera.


El Mazucu, valle de Caldueñu (Llanes). Paisaje Protegido del Cuera. Foto: Oscar Prada

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