PROMOCIÓN DE UNA ESPECIALIDAD AGROPECUARIA EN LAS OPCIONES DE FP (FORMACIÓN PROFESIONAL)
Promotores: Jorge Fernanz Gómez
....................Juan Antonio Valladares Álvarez
Las actividades profesionales en el campo languidecen sin que las medidas adoptadas comúnmente por las Administraciones consigan detener este hecho. Los profesionales del campo siguen siendo básicamente personas cuyos padres trabajaron como agricultores y ganaderos, siendo continuadores de la tradición bien por vocación o bien por las facilidades que suelen disponer como herederos de los terrenos familiares y de una empresa agraria ya consolidada. Habitualmente son personas que han abandonado pronto sus estudios, y que alcanzan la capacitación profesional espontáneamente, por ser de forma natural o circunstancial ayudantes y aprendices de sus padres en la explotación parental.
La Administración ha ido asumiendo el carácter familiar de las explotaciones de manera inercial, como un exponente más del atrabiliario menosprecio que se ejerce socialmente hacia las actividades agrarias; actitud cuyo origen puede remontarse a la sociedad estamental. Son agricultores y ganaderos aquellos que, condicionados por una vida forzadamente rural, apenas tienen capacidad de maniobra para escoger otro camino. ¿Alguien se ha planteado lo difícil que le resulta a un urbanita dedicarse al campo? ¿Por qué si una persona crece en un medio urbano, nadie le ha abierto la posibilidad de convertirse en agricultor o ganadero? Sin duda que el prejuicio histórico derivado de ese menosprecio inercial hacia las tareas rurales, al que hemos aludido ya, es la causa principal: ¿Quién, en su sano juicio, desea salir del medio dominante, la ciudad, dentro del cual todo parece posible?
Es hora ya de pasar página y devolver la dignidad a una profesión que es, casi con toda seguridad, la única imprescindible para la supervivencia de nuestra especie: la de los productores de alimentos. Esta dignidad siempre ha coexistido con el menosprecio hacia la actividad por parte de las clases sociales privilegiadas; no hay más que leer a Lope de Vega en su El villano en su rincón, donde el pequeño propietario de una hacienda agraria se comporta con un pundonor extremado delante del mismísimo Rey de España, que arribó circunstancialmente a sus tierras. A partir del auge de la burguesía y del medio urbano, la percepción general hacia lo rural ha ido torpemente empeorando, de manera que, por pura ideología, parecería absurdo "elegir" ser un hombre de campo, siendo lo lógico intentar huir de sus "alienantes garras".
Esta situación tan estúpida no está siendo adecuadamente enmendada desde los ámbitos de opinión, de comunicación y de decisión sociales y políticos. La mayoría de quienes se dedican a la agricultura y la ganadería son personas muy vocacionales, precisamente porque ya no existe un condicionamiento social a hacerlo. Y no hay más personas que se dediquen al campo por dos motivos fundamentales: por las pocas iniciativas institucionales solventes encaminadas a proteger y estimular las labores rurales, y por la casi imposibilidad de hacerlo habiendo nacido en un medio urbano, hábitat donde nace y crece la mayoría de la población asturiana.
Así pues, el FAR está elaborando un hipotético plan de estudios agropecuarios orientado a que sirva de fundamento para una especialidad de Formación Profesional, que pretenderá promover después en la Consejería de Educación del Principado de Asturias. Una de las dificultades por las que atraviesa el medio rural es la dificultad de que el colectivo tradicional asimile y se adapte a las exigencias socioeconómicas modernas. Las ventajas de que exista una adecuada formación agropecuaria son obvias, pues podría integrar los conocimientos rurales tradicionales con los fundamentos de las exigencias modernas, capacitando mucho mejor a los nuevos agricultores y ganaderos a adaptarse al mercado actual.
